Curiosamente, cuando hablamos de la fruta de la pasión, existe una idea popular de que es una fruta afrodisíaca. Nada más lejos de la realidad, aunque no podemos negar que, si es usada correctamente en los platos, es un autentico placer degustarla.

Su nombre original es Passiflora edulis, aunque es más conocida como maracuyá o por su sobrenombre: fruta de la pasión. Es una planta trepadora que se suele cultivar por sus hermosas flores, aunque es más apreciada por su jugoso fruto. Es una baya oval de entre 4 y 10 centímetros de diámetro cuya cáscara granate o amarilla –dependiendo de su variedad- es gruesa e incomestible. Es originaria de países de Centroamérica y Sudamérica y se cultiva sobre todo en Brasil, Colombia, Bolivia, Perú y Ecuador. Es una fruta muy aromática y con un sabor un poco ácido que estos meses está muy de moda por sus grandes cualidades: muy rica en vitamina C y fuente de proteínas, minerales e hidratos de carbono.

A primera vista no parece muy pasional, ¿queréis saber porqué realmente se le ha dado este sobrenombre?

Su origen proviene de cuando los colonizadores españoles llegaron a América y se toparon con esta exuberante flor. Su aspecto de corona de espinas hizo que se la relacionara inmediatamente con Pasión de Cristo.

¿Qué propiedades culinarias tiene?

La fruta de la pasión es muy versátil en cuanto a la cocina se refiere. Lo único que necesita es estar justo en su punto de maduración, (lo cual se sabe cuando se desprende por si sola de la planta) y su cascara presenta algún daño.

Una vez que tenemos nuestro producto, todas las variedades de maracuyá se pueden consumir tanto crudas, con una cuchara pues sus semillas son comestibles, en una macedonia para aportar nuevos sabores, o en una ensalada dándola otro toque.

Otras opciones son en batido, el zumo al natural resulta bastante espeso, por eso al mezclarlo con leche nos dará un cóctel no solo de sabor, sino de calcio, hierro, fósforo y vitaminas A y C.

Tampoco nos podemos olvidar de su aparición en mermeladas y diversos dulces ya que su toque amargo aporta un sabor distinto que puede ser la clave para un postre perfecto.

Como curiosidad, no se desperdicia nada de esta planta pues sus hojas y flores en infusión, tienen efectos medicinales.

¿Cómo interpretamos esta fruta en nuestro obrador?

En Da Silva Gastronomía utilizamos la fruta de la pasión para elaborar numerosas creaciones, puesto que como acabamos de describir, es una fruta que ofrece sorprendentes y diversos matices de sabor a dulces y postres.

Por ejemplo, en nuestro vasito Pasión de Praliné, utilizamos la fruta de la pasión para contrastar el sabor ácido y aroma con la frescura de nuestro praliné artesano. Un postre que verdaderamente sorprende por esos contrastes de sabores que nos encontramos a la hora de degustarlo.

El pastel Amores, una de nuestras señas de identidad, se compone de una mousse de cereza y pimienta con interior de bizcocho de hierbabuena-albahaca y compota de fruta de la pasión, con una deliciosa galleta crujiente de almendra y azúcar de caña.

Otro de los postres que realizamos es una mousse de fruta de la pasión con interior de cremoso de cardamomo. Tampoco podía faltar en nuestra carta de bombones, y es por eso que hemos incluido un bombón en nuestra ‘Colección Frutal’ dedicado exclusivamente a esta fruta que tanto nos aporta.

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